viernes

El colmo del descaro


Hoy me pasó algo que no sabía si reírme o actuar groseramente, así que me armé de inteligencia emocional y respondí con una sonrisa.

Estaba haciendo una inspección en un hotel para un evento y estoy agachada con cinta métrica en mano midiendo el pasillo del salón (ojo, que ando recién operada y no debo estar haciendo tantas piruetas), cuando se me acerca un chico de unos 30 y tantos años, todo ejecutivo, el man se veía bien (para qué negarlo). El tipo me pregunta que cómo se llama mi evento para ver si es el mismo que él está cotizando, le respondo que es confidencial y mi evento es para mayo, cosa que es mentira, a él qué le importa para cuándo es mi evento, y sí es verdad que es confidencial, es obvio en toda agencia.

El chico se va y regresa de nuevo a preguntarme si yo tengo las medidas del salón, como esta bruja ya sabía por dónde venía su intención, le dije que no. Luego, me pregunta que si tengo el croquis, también le digo que no y después me pregunta que si ya medí la pared de enfrente para que le dé las medidas.  No saben, por dentro me corrió una rabia que me dieron ganas de aventarle la cinta métrica a la cabeza con mi mejor puntería, pero respiré, traté de olvidar el dolor de mi operación y le sonreí para no ser grosera (saqué mi sonrisa sarcástica, pero sonreí) y le dije "esa información que necesitas se la tienes que pedir a tu ejecutiva".

De qué sirve tanta belleza si por dentro esas personas son frescas, descaradas, sinvergüenzas y después dicen que una es la grosera.