Hoy me pasó algo que no sabía si reírme o actuar groseramente, así que me armé de inteligencia emocional y respondí con una sonrisa.
El chico se va y regresa de nuevo a preguntarme si yo tengo las medidas del salón, como esta bruja ya sabía por dónde venía su intención, le dije que no. Luego, me pregunta que si tengo el croquis, también le digo que no y después me pregunta que si ya medí la pared de enfrente para que le dé las medidas. No saben, por dentro me corrió una rabia que me dieron ganas de aventarle la cinta métrica a la cabeza con mi mejor puntería, pero respiré, traté de olvidar el dolor de mi operación y le sonreí para no ser grosera (saqué mi sonrisa sarcástica, pero sonreí) y le dije "esa información que necesitas se la tienes que pedir a tu ejecutiva".
De qué sirve tanta belleza si por dentro esas personas son frescas, descaradas, sinvergüenzas y después dicen que una es la grosera.