Cuando alguien más comete el error, tendemos a juzgarlo, acusarlo y hasta denigrarlo, sin darle la oportunidad a reivindicar esa falta. Muy pocas son las ocasiones en las que al individuo se le permite resolver el dilema.
Sin embargo, nuestra manera de reaccionar cuando somos nosotros mismos los que cometemos el error, es de dos maneras (las más comunes): hacernos de la vista gorda y culpar a otra persona o afrontarlo, dar la cara y resolverlo.
El problema está en la recuperación de la confianza, a pesar de que el error sea enmendado.
Cuando uno tiende a tratar con muchas personas, la confianza es clave, claro, dependiendo del manejo de cada individuo ante una situación.
Si bien es cierto, los errores son oportunidades para creer tanto personal como profesionalmente, y darnos cuenta de la capacidad que tenemos.
Y tú ¿cómo reaccionas ante los errores que cometes tú y ante los que cometen los demás?
*Esta columna está basada en experiencias personales basadas en el manejo del personal al momento de haber una falta.