Hace unos días fui a San Blas con mis primos, no es la primera vez que visito San Blas, pero sí la primera vez que me quedo a dormir y la experiencia con esta agencia fue mejor de lo esperado.
Lo más importante cuando planificas un viaje es la comunicación con la agencia o contacto, hicimos varias cotizaciones con distintos contactos y ninguno me daba la confianza que necesitaba.
La planificación la empezamos el año pasado, así como me gusta a mí, con agendita en mano, presupuestos, todo detallado.
Unos amigos me recomendaron cotizar con el Sr. Kimi de Pecari Tours. Me enganchó, sentí la confianza que necesitaba, ya que a pesar que a mí me gusta hacer mis trips, el aire libre, tomar riesgos, pero siempre busco un poco seguridad y más que soy la mayor de mis primos, me toca ser la responsable aunque todos seamos adultos.
Escogimos hospedarnos en las cabañas de madera de Isla Aguja (en dialecto Guna es Icodub), obviamente las que tienen baño adentro.
El día de nuestro viaje nos pasaron a buscar súper temprano antes de las 6:00 a.m. Como somos malísimos empacando y unos hartones, llevamos una maleta solamente con burundangas (papitas, sándwiches, cachapas, salchichas guisadas, etc.). Tengo que hacer otro post sobre este tema.
Nos preocupaba un poco el tema del Zika, pero ya habíamos pagado y el arrepinche no nos iba a dejar cancelar. Lo de los mosquitos lo resolvimos de una manera muy jocosa que los contaré en otro post también.
Nuestro guía, Fernando, se portó de las mil maravillas, súper amable, siempre dispuesto a responder a nuestras interrogantes. Concuerdo con él en algo que dijo sobre que los nombres de las islas y comunidades en dialecto Guna: deben mantenerse y no traducirse.
Al llegar al puerto, Fernando y Carlos, el conductor del auto que nos trasladó, nos dijeron que no nos bajáramos porque habían muchas chitras. Cuando miro por la ventana del auto, veo al poco de turistas pegándose para tratar de matar a los insectos. Las chitras se dieron gusto con la sangre extranjera. Fernando coordinó para que llevaran nuestros chécheres a la lancha, mientras veíamos a los demás peleando con los bichitos.
La primera parada fue en la comunidad Sugdub, un lugar pintoresco, con calles estrechas, pero que cuenta con las necesidades básicas de salud, educación, creencias religiosas, etc. Fernando nos contó apasionadamente acerca de la situación sociopolítica y económica de la Comarca Guna Yala, de las islas y de las comunidades. Nos explicó la diferencia entre una isla y una comunidad, el significado de la bandera Guna, hasta conocimos a su papá y a su hija.
Volvimos a la lancha rumbo a nuestra estadía en Icodub. Nos entregaron unos tickets para la alimentación que estaba incluida en el paquete que adquirimos, las llaves de la cabaña y nos explicaron los horarios.
En Icodub pasamos todo el resto del sábado, estuvimos en el agua hasta las 7:30 p.m. y eso porque las purrujas nos estaban picando. (En panameño capitalino, las purrujas son las chitras de mar).
Icodub es una isla tranquila, los que se hospedan allí van a descansar y relajarse. Es que dormir con el sonido de las olas del mar es tan maravilloso. Vimos amanecer el domingo, un espectáculo y eso que las nubes no nos dejaban ver mucho.
La alimentación, súper deliciosa, nos contó la chica que atiende el restaurante que hay un chef especial para los turistas que visitan la isla, las mujeres Gunas sólo ayudan (por ejemplo, a pelar las papas). Nosotros queríamos comer pan, eso no estaba incluido en el menú, sin embargo nos consintieron, nos dieron pan calientito para desayunar. Ñumi!!!
Desayunamos y entramos de nuevo al mar. Alrededor de las 10:00 a.m., nuestro guía nos pasó a buscar para ir rumbo a Isla Perro, Achudub. Esta es la isla de más afluencia turística. Nuestro guía nos ayudó contactando al encargado del restaurante para comprar una parrillada de pescado con patacones para mis primos y para mí, qué delicia!
Luego del almuerzo, fuimos a isla Fragata o Banedub, una isla que al entrar al mar, puedes caminar y caminar y el agua te da máximo a mitad de la pierna.
Una hora después nos dirigimos a nuestra última escala antes de volver a nuestra realidad, la piscina natural.
Si por mí fuera todos los fines de semana estaría en San Blas. Esperamos volver pronto y volvernos a broncear (más bien a chamuscar), en esas aguas cristalinas.